CFK en el reino del revés. |
La Presidenta parece
tener poco respeto por su propio cadáver. La verdad es que desde la sanción de
la ley de bosques de mi autoría, se han derribado millones de árboles. Según
Hernán Giardini de Greenpeace, "de las 200 mil hectáreas que fueron
deforestadas en 2012, podría estimarse que unos 40 millones de árboles
desaparecieron".
¿Pero qué importa la realidad en el reino del revés?. Las palabras
están definitivamente divorciadas de los hechos. Un ejemplo entre cientos:
Julio De Vido declaró enfáticamente que este verano no se repetirían los
clásicos apagones de todos los años. Lo releí ayer, a la luz de las velas, en
uno de los proverbiales apagones que nos obsequia Edesur para que
reconstruyamos el ambiente tórrido y tenebroso en que trabajaban los padres de
la Patria. Un homenaje más al Bicentenario.
Las mentiras del poder podrían causar gracia, si no fuera porque
acarrean desgracia. En el caso de los bosques nativos, hay que enfatizar -como
lo hice hace poco en una columna de opinión reproducida en este facebook- que
el desmonte de las forestas no sólo elimina para siempre árboles autóctonos y
añosos; afecta decisivamente la biodiversidad y favorece a señores feudales del
Norte argentino que no vacilan en asesinar a campesinos para expulsarlos de sus
tierras y sus bosques. (Ver especialmente los casos de Salta, Santiago del
Estero, Chaco, Formosa y Misiones).
La contracara presupuestaria de la canción de gesta presidencial es
elocuente: la Ley 26.331 de Presupuestos Mínimos para la Protección de los
Bosques Nativos ha sido sistemáticamente violada por el Poder Ejecutivo en los
diversos presupuestos desde que fue sancionada, en 2007.
La Presidenta de la República nunca cumplió el artículo 31 de la ley, por
el cual se asigna al Fondo Nacional para el Enriquecimiento y la Conservación
de los Bosques Nativos, el 0,3 % del presupuesto nacional, más el 2 por ciento
del total de las retenciones a las exportaciones provenientes de la
agricultura, la ganadería y el sector forestal. Este año, por ejemplo, le
hubiera correspondido al Fondo una partida de 2.300 (dos mil trescientos)
millones de pesos y apenas fue de 230 (doscientos treinta) millones. Es decir,
diez veces menos.
Pero la ley no sólo ha sido violada por el Ejecutivo, también ha sido
malversada con la impudicia que caracteriza a esta gente en materia de fondos
públicos. En 2010, el entonces Jefe de Gabinete Aníbal Fernández le sacó al
presupuesto de bosques nativos 144 millones de pesos para pasárselos al más
vistoso Fútbol para Todos.
El desprecio presidencial por los árboles quedó demostrado desde la
misma sanción hace seis años: la norma tardó 14 meses en ser reglamentada por
el Poder Ejecutivo. La Presidenta recién la reglamentó horas después del trágico
alud de Tartagal, causado precisamente por la deforestación. Nuestro país, ya
lo dijimos hasta el cansancio, se encuentra en emergencia forestal. En los
últimos setenta años perdimos el 70 por ciento de nuestras selvas originales.
¿Cuántos árboles más perderemos al calor de los intereses de Monsanto,
cuidadosamente mimados por el proyecto "nacional y popular"? ¿Qué
restará de nuestras selvas originarias si seguimos deforestando a razón de 200
mil hectáreas por año? ¿Qué destino tendrán las comunidades campesinas y las
especies en extinción si la frontera agropecuaria sigue expandiéndose hacia el
Norte?
Para qué pensar de verdad una respuesta si basta
con twitear una frase de opereta desde El Calafate. Si escribiera en estos
días, el dramaturgo republicano español Alejandro Casona debería reformar el
título de su obra más famosa, porque ya hace mucho tiempo que los árboles no
mueren de pie.
Buenos Aires, 18 de febrero de 2013
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