Por Miguel Bonasso
Hace poco más de un año (el 12 de octubre de 2011) presenté mi libro
“El Mal-El Modelo K y la Barrick Gold. Amos y servidores en el saqueo de la
Argentina”. No era el momento más oportuno: se sabía ya que Cristina Fernández
de Kirchner iba a ganar por aplastante mayoría once días después. Y el 23 de
octubre se efectivizó el aluvión de votos esperado o temido: el famoso 54 por
ciento, que generó en la Presidenta y sus seguidores la convicción de que todo
era posible, que no había limites ni controles para el poder administrador.
David Rockefeller y Cristina Fernández de Kirchner |
Luego vino el silencio.
Alguien más astuto que los alcahuetes de siempre bajó la orden, tanto
en el plano público como en el privado: “no le contesten”.
Y no me contestaron.
Acudí ante la justicia y acusé por tráfico de influencias a la Presidenta; al Secretario
de Minería, Jorge Mayoral; al Secretario de Hacienda, Juan Carlos Pezzoa; al
gobernador de San Juan José Luis Gioja; al senador César Ambrosio Gioja y a
otros funcionarios de menor rango.
Silencio de radio.
Figuras egipcias ignorándome de perfil.
En reuniones internacionales de intelectuales progresistas tuve que
soportar cómo algunos sicofantes K (de los que eran antikirchneristas cuando yo
defendía al ignoto Néstor) me revoleaban por la cabeza el 54 por ciento.
No faltó algún ex amigo mexicano que se atreviera a provocarme: “me han
dicho que te hiciste de derecha”. Un argenmex, colaborador de La Jornada, llegó
a recomendarme el Gerovital 3 de la doctora Aslan. En efecto, en aquellos días
de soberbia postelectoral sólo un viejo gagá podía atreverse a discutir el
carácter revolucionario, nacional, popular, democrático y progresista del
Modelo K. Sólo un socio minoritario de Mauricio Macri podía atreverse a ponerle
límites temporales y espaciales al gobierno de Cristina, santificado desde un
cielo de historieta por el Presidente Eternauta, el finado Néstor Kirchner.
A solamente un año de distancia, lo que podía parecer ensañamiento
crítico, crudeza verbal innecesaria o resentimiento de antiguo aliado, se ha
quedado corto ante los cuestionamientos masivos que recibe la soberbia autoritaria
de CFK y sus corifeos. Un verdadero aluvión de bronca, que inquieta al crítico
responsable cuando se toma en cuenta que el gobierno de Cristina debe llegar
hasta diciembre del 2015. Y se advierte que la monarquía saudita de Olivos, en
vez de dialogar o al menos escuchar, reacciona insultando a los disidentes.
Como acaba de hacer con la CGT de Hugo Moyano y la CTA de Pablo Micheli, a
quienes acusa de ser los autores intelectuales de los violentos saqueos de los
días 19 y 20 de diciembre.
Antes había descalificado las grandes movilizaciones del 13 de
setiembre y del 8 de noviembre, como expresiones golpistas, “destituyentes”, sólo
acompañadas por pequeños grupos de señoras gordas y caceroleras. Una respuesta
grosera de este estalinismo de cabotaje, frente a muchedumbres que se contaron
por cientos de miles de personas, incluyendo muchos ciudadanos que votaron por
Cristina y en menos de un año comenzaron a deshojar el mítico 54 por ciento.
Si esas dos grandes manifestaciones revelaron que la paciencia de los
sectores medios urbanos se había colmado, la primera huelga general del 19 de
noviembre –de singular acatamiento nacional- demostró que gran parte de la
clase trabajadora (mayoritariamente peronista) le reclamaba con dureza a un
gobierno de su mismo color. Nuevamente
los exégetas del régimen salieron a negar la realidad: la huelga había sido
acatada de manera generalizada en todo el territorio nacional porque los
trabajadores no habían podido concurrir a sus puestos debido a la intimidación
de los piquetes. Ignorantes de la historia del movimiento obrero, recién
llegados al peronismo como son varios funcionarios procedentes de la UCD, entre
los que destaca el vicepresidente Amado Boudou, no saben que el piquete se
usaba en las fábricas cuando había fábricas y que se mudó a las calles cuando
las fábricas cerraron. Más legítimo, imposible. Calificarlo como un método subversivo,
de clara “intención política”, implica repetir lo que dijeron históricamente
todos los funcionarios represivos de las distintas dictaduras militares que
asolaron a nuestro país, cada vez que los dirigentes sindicales llamaban a un
paro.
En su afán por tapar o desvirtuar todo aquello que contradiga el relato
oficial, los corifeos agregaron un argumento que se les vuelve en contra: la
CGT de Moyano y la CTA de Michelli son minoritarias y tienen su contrapartida mayoritaria
en la CGT de los “Gordos”, donde militan ex agentes de la dictadura militar
como Gerardo Martínez de la UOCRA y en la CTA de Hugo Yasky, al que su propio
gremio docente ya no le hace caso. Lo endeble de esta “mayoría” cuestionable y
fugaz que esgrime el gobierno, se manifestó con claridad cuando la CGT pretendidamente
oficialista, que conduce el metalúrgico Antonio Caló, se solidarizó con Moyano
y Micheli, frente a las irresponsables acusaciones que los presentaron como
autores de los saqueos. Es que la CGT de los Gordos está integrada por
burócratas, pero no por idiotas y los burócratas han entendido que sus bases
acataron el paro dispuesto por sus rivales porque los salarios están limados
por una inflación cercana al 30 por
ciento anual y acotados por un gobierno que se niega a incrementarlos o a
otorgar compensaciones.
Mientras la dirigencia sindical toma nota de la situación que padece la
clase obrera activa, con injustos gravámenes al salario como el impuesto sobre
las ganancias, la clase pasiva sigue soportando haberes mínimos miserables que se
ubican muy lejos del 82 por ciento móvil
y violan, por tanto, el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Cuatro
millones de jubilados sobremueren con menos de dos mil pesos mensuales y un
millón aguarda que una acordada de la Corte Suprema extienda el fallo Badaro y
les otorguen aumentos sustanciales que les eviten la clásica demanda contra el
ANSES. En total hay 534.000 juicios promovidos por jubilados, de los cuales 330
mil están activos. Este año hubo 90 mil demandas nuevas, que en su gran mayoría
son apeladas por el organismo que debería proteger a los jubilados y en
realidad hace tiempo esperando que se mueran.. La Presidenta, sacando a luz su
verdadera ideología, calificó como “caranchos” y “buitres” a los que pretenden cobrar lo que les pertenece después
de haber trabajado toda una vida. Es curioso, porque su propia madre le ganó un
juicio al ANSES.
Para que el gobierno quedara
huérfano de apoyo social, faltaba solamente un sector de la sociedad: los indigentes.
Los expulsados por el neoliberalismo de los noventa, que persisten en su
terrible marginalidad a pesar de la tan cacareada integración social de la que
presume CFK. Y los condenados de la tierra, teledirigidos o espontáneos (poco
importa para lo que se pretende demostrar) también se pusieron de manifiesto
con feroces saqueos en 300 comercios de 40 ciudades, que produjeron dos muertes
en Rosario. La coincidencia de la irrupción con la fecha histórica del 20 de
diciembre, alentó la fabricación de teorías conspirativas, como las evacuadas
por el Jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina y el Secretario de Seguridad,
teniente coronel médico Sergio Berni, atribuyendo a Moyano y Michelli la
responsabilidad por el asalto a los comercios y supermercados.
Nadie en el universo K, ni
siquiera los filósofos bien retribuidos que forman la coraza intelectual del
modelo, se atrevieron a seguir el consejo de Hegel y pensar “en contra”. Nadie
pudo explicar como ese sector, protagonista y víctima del proyecto clientelar del
Frente para la Victoria-PJ, hizo sonar la campana de alarma como lo suelen
hacer los desaparecidos sociales, con una violencia “vandálica” que los torna
inevitablemente visibles para los bien digeridos.
Ninguno de los escribas a sueldo del oficialismo alcanzó siquiera a
vincular el fenómeno con uno de sus disparadores más evidentes: estas fiestas
consumistas donde hasta Jesucristo cambia el pesebre por el shoping. “¿Porqué
ellos sí y nosotros no?”, propone el resentimiento causado por la diferencia
sideral de los ingresos que sigue imperando en la Argentina, tras casi una
década de crecimiento “asiático” y una caja de 500 mil millones de dólares, que
en vez de servir para reindustrializar el país, se licuaron en planes
asistencialistas, en un engorde proselitista de la planta del estado, en la
promoción de toda clase de ñoquis y paracaidistas. Algunos con la marca de
fábrica de La Cámpora y sueldos verdaderamente orientales para los comisarios
políticos que controlan la televisión pública, Aerolíneas Argentinas,
Repsol-YPF y cualquier otra de las pseudonacionalizaciones que suelen decidirse
–casualmente- cuando el vicepresidente
Amado sufre algún revés en la causa Ciccone.
Aumentadas y difundidas por el afán proselitista de periodistas del
extranjero vinculados a ciertas estratégicas embajadas argentinas, esas
“nacionalizaciones” presentan a la administración de CFK como un gobierno
“revolucionario” que libra una gesta antimperialista y no puede por tanto ser
cuestionado más que por la derecha conservadora y por algunos pocos “camaradas
de ruta de la derecha” procedentes de la ultraizquierda o, peor aún, por
“traidores al kirchnerismo”, como sería –a juicio de los corifeos- el autor de
esta nota.
Nada más alejado de la realidad que esa imagen idílica, según la cual
Cristina habría emulado a Lázaro Cárdenas en la nacionalización del petróleo.
La verdad de la milanesa
La expropiación del 51 por ciento de las acciones de YPF-Repsol, en
manos de la corporación ibérica del mismo nombre, decidida por el gobierno en
abril de este año y ratificada por el Congreso el 3 de mayo pasado, escondía un
dato clave que anticipé en “El Mal”: el vínculo espurio de la Presidenta con el
megamillonario David Rockefeller, fundador del Council of the Americas y socio
mayoritario de José Alfredo “Joe” Martínez de Hoz, el superministro de la
última dictadura militar.
1979. 'Joe' Martínez de Hoz, David Rockefeller y Jorge Rafael Videla |
Detrás de esa medida “nacionalista” se ocultaba la decisión de cambiar
el imperialismo del chorizo cantimpalo por el verdadero imperialismo: el que
controla desde hace más de doscientos años Wall Street y la City de Londres.
El miércoles 19 de diciembre último, en Houston (Texas), Miguel
Gallucio (CEO de YPF) y Ali Moshiri (CEO de Chevron para América Latina)
cerraron un acuerdo por el cual se concede a esta última corporación el
“derecho exclusivo” para explotar las áreas “Loma de la Lata Norte” y “Loma
Campana” en Neuquén. Chevron, donde
trabajaba la buena de Condoleezza Rice, invertirá inicialmente mil millones de
dólares para desarrollar cien pozos petrolíferos y gasíferos no convencionales.
Pero si avanzan los acuerdos –como avanzarán, ley antiterrorista mediante- YPF
le transferirá a Chevron dos áreas de 290 mil
kilómetros cuadrados en la mítica Vaca Muerta, para obtener shale oil y shale gas, mediante el temible fraking,
una nueva tecnología extractiva mucho más contaminante que la megaminería a
cielo abierto.
Si la cosa prospera, a pesar de los incómodos ambientalistas argentinos,
que resisten heroicamente la represión en decenas de bastiones como Famatina y Andalgalá
y los aún más incómodos indígenas ecuatorianos, la inversión de Chevron puede
alcanzar los 15 mil millones de dólares.
En Ecuador, Chevron-Texaco ha sido condenada en segunda instancia por
causar gravísimos daños ambientales en una región de dos millones de hectáreas.
Entre otros cargos se comprobó que la corporación arrojó 64 mil millones de
litros de agua tóxica utilizada en la extracción de crudo a esteros y ríos de
la zona, afectando el territorio, los cultivos, los animales y la vida de diversos
pueblos originarios. La causa judicial fue promovida por 30 mil ecuatorianos
amazónicos, entre los que se cuentan indígenas y colonos organizados en la
“Asamblea de Afectados por Texaco”.
La sentencia en Ecuador tuvo una consecuencia judicial impensada en
Argentina, donde el juez civil Adrián Elcuj Miranda se solidarizó con la
condena en Ecuador y dispuso un embargo sobre bienes y créditos de Chevron
Argentina SA hasta alcanzar la suma de 19.552 millones de dólares. (Los activos
de Chevron Argentina están valuados en dos mil millones de dólares). La filial
argentina argumenta (obviamente) que no tiene nada que ver con Chevron-Texaco
de Ecuador y que esta terminó sus operaciones en aquel país en 1990. Es
sugestivo que, pese al embargo, se avanzara hasta el acuerdo entre Gallucio y
el jefe latinoamericano de Chevron. Las presiones en Argentina para que el
embargo no se aplique ya están a la orden del día: el gobernador de Neuquén,
Jorge Sapag y el secretario general del sindicato petrolero de la zona, Guillermo
Pereyra, ya se presentaron en la causa como “Amicus curiae”. Que no significa
amigos de la guita, sino apoyos al querellado.
El presidente ecuatoriano Rafael Correa visitó la Argentina el 4 de
diciembre último y abogó ante CFK para que se cumpla el embargo. Como
respuesta, su aliada envió a Gallucio a Houston para cerrar un primer acuerdo
con Chevron.
Ahora bien: ¿qué es Chevron?. Wikipedia lo revela sin ambages: “Es una
empresa petrolera estadounidense constituida en 1911 en California, tras la
disolución del trust (“Corpo”)
Standard Oil, bajo el nombre Standard Oil of California. En un período de más
de cuarenta años, John D. Rockefeller
llevó a la Standard Oil a ser la compañía más grande del mundo por mucho
tiempo”.
En “El Mal” dejé plasmada y hasta fotografiada la amistad entre
Cristina y David Rockefeller. Tanto The Americas Society como el Council of the
Americas, los dos poderosos lobbies de inversión y saqueo fundados por el
petrobanquero han actuado como plataformas de apoyo a la mandataria argentina,
a pesar de todas sus nacionalizaciones (tanto las genuinas como las falsas). En
ese foro, regenteado por Susan Segal (amiga personal de la mandataria argentina
y alta ejecutiva del Grupo Rockefeller) Cristina muestra una cara menos
“nacional y popular”. El 26 de setiembre de 2007 dijo en el gran salón del
hotel neoyorquino Waldorf Astoria: “Este país que hoy ofrecemos gustosos a
todos los que vengan a invertir, con la concepción y la comprensión, por parte
de quienes estamos allá que la
rentabilidad no es un pecado, que ganar dinero no es pecaminoso”.
En ese escenario, el 22 de setiembre de 2008, tuvo lugar el afectuoso
encuentro que ilustra esta nota: Cristina, emocionada, admirativa, toma con sus
dos manos la diestra de David Rockefeller, el banquero que apoyó los golpes
militares de los generales Juan Carlos Onganía y Jorge Rafael Videla.
De nuevo en el Council, en setiembre de 2010, “la presidenta entusiasmó
a la audiencia cuando informó que se usarían reservas del Banco Central para
pagar deuda” (El Mal-Editorial Planeta, octubre de 2011). Los empresarios
-reunidos por Rockefeller y el genocida John Dimitri Negroponte (capo del Council of the
Americas)- la aplaudieron a rabiar.
Un alto ejecutivo de JPMorgan recordó que la economía argentina había
crecido 8,5 por ciento. El representante de Monsanto, Jesús Madrazo Yris, salió
eufórico del encuentro: “Es tranquilizador que en la Argentina se impulsen
reglas claras y transparentes para inversores”.
Pero la más elocuente fue la propia Presidenta: “Es la primera vez
desde que me entrevisto con empresarios que veo este cambio de actitud.
Obviamente ha tenido que ver la reestructuración de la deuda: cuando uno paga
lo que debe te miran más lindo”.
¿Quién traiciona? ¿Quién le hace el juego a la derecha? Los críticos,
los opositores, los presuntos agentes de Héctor Magnetto, o la máxima e
indiscutida autoridad del Proyecto. Más allá del saqueo practicado por las
megamineras en los Andes, las semillas transgénicas en nuestros campos o el fraking en la profundidad de nuestras
rocas, otras señales desnudan la índole reaccionaria de este gobierno: el
congelamiento de salarios y jubilaciones, el impuestazo inflacionario, el
aumento de las tarifas, son apenas algunas de las expresiones de un “ajuste”
que no se quiere hacer explícito, pero aprieta como los que se practican sin
falsos rubores.
Dale tu mano a David, dale que te hará bien.
Buenos Aires, 25 de diciembre de 2012.
Nota: Este artículo se puede reproducir siempre que se cite la fuente original:
http://bonasso-elmal.blogspot.com.ar/2012/12/el-discreto-encanto-de-rockefeller.html