Hasta el título es escalofriante. No es “la maldad”, que remitiría apenas a un aspecto de las cosas feas que los hombres suelen hacer: es “el mal”, el mal absoluto, esencial porque no hay un tramo de la historia que cuenta Miguel que se libre de ese estigma. El mal la constituye, la explica y la sostiene. El mal --el dinero a cualquier precio, al precio la vida de los otros —es su razón de ser.