Me enteré hoy que el saltimbanqui Julio Alak -defensor en 2001 de Carlos Menem- se refirió a mí, presentándome en connivencia con “Clarín” y “La Nación” y, a través de estos medios, como presunto negador de los crímenes de la última dictadura. Alak, además, me califica de progre impostado, un insulto gratuito que a esta altura del partido no le voy a permitir a quien fue menemista, duhaldista delasotista y cristinista.
Foto del asado en la ESMA que el militante Mariano Abrevaya Dios publicó en su blog. |
Me cansaré de decirlo: escribí
“Recuerdo de la muerte” cuando los fierros de los militares todavía estaban
calientes y el señor Alak transitaba los suburbios facistoides de la derecha
peronista de la mano de José Carmelo Amerise, el segundo de Herminio Iglesias,
el del cajón. Cómplices, como toda la derecha peronista, del ex almirante
Emilio Eduardo Massera. A quien el ex jefe político de Alak y actual socio de
este gobierno, el no menos aliado del Almirante Cero, Carlos Saúl Menem,
indultó junto al también genocida Jorge Rafael Videla. El mismo Menem, que le entregó a la Rural el predio que ahora
expropian el “socialista” Alak y su no menos “socialista” Jefa, la conocida
megamillonaria Cristina Fernández de Kirchner. ¿Qué hacían los dos en 1991?
“Recuerdo de la muerte” sigue narrándole
a los jóvenes lo que fue ese centro del horror, que el estilo frívolo del kirchnerismo
y el descuido de sus interesados aliados en varios organismos de derechos
humanos, pretenden “resignificar” con los choripanes clásicos del pejotismo
clientelar. Así como Menem -el aliado K-
pretendía mirar “para adelante” en un intento por consagrar el olvido y perpetuar
los infames indultos, a los que no se opuso en su momento el “combativo” Alak.
No trabajo para Clarín, ni he trabajado nunca, como en cambio sí lo han
hecho algunos Neustadt de este neomenemismo kirchneriano.
No estoy en ningún
medio. Ni en “La Nación”, ni en “Clarín” ni en “Página 12”, diario con cuya
fundación colaboré y en el que actualmente estoy tan censurado como en la
“Televisión Pública” que debería llamarse “televisión facciosa” y donde los
comisarios políticos de la información cobran más de 30 mil pesos mensuales.
Sí me hago responsable de haber
escrachado personalmente al Tigre Jorge Eduardo Acosta, en el restaurante
“Estilo Criollo” de Pinamar, en diciembre de 1998, cuando Alak era duhaldista y
chupamedias de Carlos “Rucucu” Ruckauf. Gracias a ese escrache y a denuncias
posteriores con mi firma, el ex jefe de inteligencia de la ESMA se vio obligado
a entregarse y sigue preso desde entonces.
También me hago responsable de haberme
jugado la vida como montonero durante diez años y de haber padecido la menor de
las penas –que igual es pena-la de la persecución y el exilio, mientras Néstor
y Cristina Kirchner acumulaban departamentos gracias a los desahucios
judiciales promovidos por la circular 1050 y el joven Alak hacía sus pininos como periodista en el diario
El Día de La Plata, adonde ingresó en
el muy significativo año de 1976.
Igualmente me considero el principal
responsable (diría el autor intelectual) de que el torturador Luis Abelardo
Patti no jurase como diputado nacional y, en consecuencia, haya podido ser
juzgado y condenado como merecía.
Me hago responsable de verdadero
nacionalismo y no nacionalismo de mentiritas, al haber denunciado las
actividades criminales de la Barrick Gold en la Cordillera de los Andes;
Monsanto en el campo argentino y Chevron en la Patagonia. Engendros de Bush y
Rockefeller, que son los verdaderos patrones de este gobierno a cuyos
funcionarios, empezando por la Presidenta, he denunciado ante la justicia
federal por tráfico de influencias en beneficio de la Barrick Gold.
Me hago responsable de la ley de
bosques que los gobernadores feudales de esta monarquía saudita siguen violando
a diario.
También me hago responsable de la Ley
de Glaciares que el Poder Ejecutivo sigue sin aplicar, a pesar de ser tan ley
como la de Medios y, encima haber sido reconocida por una acordada de la
Suprema Corte.
No
me van a callar los insultos, ni las amenazas de la patota oficialista. No me
intimidaron ni el peronista López Rega ni el oligárquico Videla. Ando por la
calle sin custodia, tranquilo, cobrando como único estipendio la jubilación
recortada en la que el Estado no me reconoció los años del exilio.
Tampoco le voy a permitir a un botarate
como Alak, por muy ministro que sea, que pretenda arrancarme una sola de las
medallas que me gané peleando y no como burócrata del PJ bonaerense. El de la
Maldita Policía del Caso Cabezas.
La ESMA no le pertenece a nadie. Ni a Alak, ni a la Presidenta ni
siquiera a los organismos de derechos humanos: la ESMA le pertenece al conjunto
de la sociedad argentina que padeció el terror de la dictadura militar.
Por último, Alak, no hay que ser tan ingenuo y tirarme un centro: eso de
que la diputada Donda y yo integramos un cambalache
con Clarín, viene muy mal en momentos en que se escucha el Himno a Gioja; la
Capitana recibe a la fragata que ya se había resignado a dejar en Ghana; el
traidor de Beder Herrera destapa en La Rioja un busto de su antecesor Carlos
Saúl Menem y Boudou se sumerge en las aguas del Atlántico para eludir el
escándalo Ciccone.
¿Quienes están “en un mismo lodo, todos manoseados”?
Buenos Aires, 07 de enero de 2013.
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